Skinet era niño como cualquier
otro, le gustaba ir a la escuela, estar con su familia y salir a jugar con sus
amigos.
Su transformación comenzó hace un par de años en el pueblo de sus abuelos. Cerca de este se situaba un
cementerio nuclear al que ninguno de los habitantes se podía acercar. Sin embargo,
la curiosidad pudo con Juan (así se llamaba entonces), quien investigó cada
rincón de los límites del recinto con la mala suerte de verse contaminado con
unos vertidos tóxicos.
Desde entonces Juan sufrió ciertos
cambios, su piel cambiaba de color según su estado de ánimo, esto le
avergonzaba y se volvió un niño tímido que se alejaba cada vez más de sus
compañeros. Pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en su habitación
relacionándose solo mediante su ordenador. De esta manera comenzó a darse
cuenta de otra nuevo cambio en él: entendía todo el funcionamiento de la
red, podía crear cosas que ni siquiera conocía un tiempo atrás y lo más extraño, comunicarse con el
ordenador como si este fuese una persona. Así fue creando una comunicación
computacional, dando órdenes a su ordenador sin necesidad de articular palabra.
Al saber de su habilidad, su
profesor adaptó la clase para que Juan o, como ahora le gustaba hacerse llamar,
Skinet, pudiera volver a sentirse cómodo en la escuela. Desde entonces, nuestro
mutante ya no se siente fuera de lugar y es protagonista en su nueva clase
informatizada, ayudando a sus compañeros con el uso de las nuevas tecnologías.
Aunque nuestro compañero es feliz y ha
recuperado a todos sus amigos, no todas las personas de su alrededor le aceptan
por igual, siempre habrá quien le margine por diferente o profesores que no entiendan sus necesidad y se
nieguen a ayudarle modernizando sus clases. En estos casos tendrá que luchar
contra su miedo al rechazo y no dejar que su piel cambie hasta volverse invisible para
todos.